lunes, 7 de diciembre de 2009

conversaciones en la red



De modo que 11M = islamismo radical siendo un soberana gilipollez, no lo es tanto desde el punto de vista funcional. Y desde el punto de vista de la comedieta de las gallinas del piso, tampoco lo es.


No fue un atentado de falsa bandera ni un atentado de ETA. Yo tengo clarísimo qué fue y no comulgo de progre.

Es duro para el social-liberalismo, pero los trenes volaron por el numerito de las Azores.

Lo de las Azores tuvo mucho que ver, pero no por las razones que piensa la mayoría. Digamos que a los amigos de Starkiller y a sus compañeros de eje no les hizo mucha gracia que una de sus colonias tuviese la iniciativa de ponerse a negociar el prestar vasallaje al primo de Zumosol...

y más cuando el primo de Zumosol les estaba quitando por la fuerza una otra de sus joyas coloniales, Mesopotomia.

Nuevo presidente, nueva política exterior...

... que volvemos al corazón de Europa, hoygan ("Del que nunca debieron ustedes salirse.", se oye desde allén de los Pirineos.)

La subcontrata, que la grandeur, el glamour y la autoría intelectual son incompatibles con mancharse las manos.

El salario de la subcontrata (fosfatos, petróleo, caladeros de pesca...)

domingo, 6 de diciembre de 2009

diciembre de 2009
EL HOMBRE INDEPENDIENTE O PERIFÉRICO
En 1977 expliqué en un artículo publicado en la revista “Tierras del Sur”, de Sevilla, qué era un periférico. Como entonces gobernaba en España la UCD (Unión de Centro Democrático), fue con relación a este “Centro” como definí la periferia. Ahora ya no se trata sólo de un partido o un país: ahora todo se ha centrado, hasta el punto de que resulta imposible distinguir el programa de un partido socialista (centro-izquierda) de uno conservador (centro-derecha). Pues bien, es a prácticamente el mundo entero a lo que se puede aplicar lo que defendí en aquella ocasión: la oposición natural a la derecha, siempre ha sido la izquierda y viceversa, pero la oposición natural al centro, la única lógica, coherente y verdaderamente opuesta es la periferia. Traslado aquí algunos puntos del artículo aquél:

“La periferia existe; y existe no sólo como oposición al
gobierno actual, sino como oposición a todos los gobiernos posibles e imaginables. La periferia es la oposición por antonomasia (...), constituida por todos los voluntariamente marginados de cualquier tipo de formación que implique —y en el terreno político, todos lo implican— comulgar con ruedas de molino, decir “amén” por razones coyunturales de táctica o estrategia; por los defensores de la verdad cueste lo que cueste; por los capaces de dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios y quedarse ellos sin nada; por los sordos a los cantos de sirena; los lobos esteparios, que diría Hermann Hesse, dispuestos a luchar hasta sucumbir por ser ellos mismos en una dimensión, con una profundidad excepcional en este tiempo nuestro de circo subterráneo, en este pedazo de historia que nos están configurando los sapos histéricos e ignorantes.

“El militante periférico no se mueve sólo en una dimensión histórica, sino también intrahistórica, lo cual no quiere decir que se a apolítico ni, mucho menos, insolidario. Si está por ser él mismo y por la verdad, es que está por el hombre; por tanto, no puede ignorar, ni quiere, lo que ocurre en la polis. Más aún: si de él se puede decir que está por el hombre, es que está por quienes tienen necesidad de que estén por ellos: los pobres, los oprimidos, los marginados, que son, en cierto modo, como especies de periféricos sin saberlo. Y digo “en cierto modo” y “especies de”, porque el auténtico militante periférico lo es conscientemente, visceral, racional y sentimentalmente: no puede ser otra cosa.

“Es doloroso el parto que el periférico tiene diariamente de sí mismo; es dolorosa y árida su obstinada soledad. Mas la satisfacción que de vez en cuando le produce su pureza y su desinterés puede llegar a ser casi nirvánica. El periférico tiene derecho a tirar la primera piedra, lo cual no deja de constituir un privilegio casi sobrehumano.

“La actitud del periférico ante la política es tan volcada hacia fuera, hacia quien no es él mismo, como masturbatoria es la del político profesional. La sencillez, la sobriedad, la sinceridad son las virtudes que más admira y practica y, en su opinión, un político, para no merecer ser descalificado, debería ser un simple técnico de las tareas de gobierno, no un inquilino permanente de los noticiarios, los telediarios y las revistas semanales; un técnico, además, con sueldo por debajo del mínimo, pero con más vacaciones que nadie.

“El periférico no hace proselitismo —mucho menos, a base de prometer paraísos utópicos o antiutópicas prebendas, que por lo general no amanecen más que para sus anunciantes—, pero gusta de relacionarse con sus congéneres, ante quienes su innato espíritu de contradicción queda inoperante. Cree en la utopía realizable y el ejercicio de su búsqueda; en la libertad que no admite el despiporre, en la fraternidad que no acepta el cachondeo y en la igualdad que no significa medir por el mismo rasero el mérito y la estulticia. O sea, que es demócrata, porque, entre democracia y dictadura, elige aquélla como mal menor, no porque la crea perfecta. Su ideal, que lo tiene, es la dictadura del genio o de los genios, caso de triunvirato (el filósofo, el sociólogo, el economista), o de consejo de ancianos—: ese gobernante —o terceto o grupo de gobernantes— que haría las cosas con inadvertida eficacia, dejándonos en plena libertad para autorrealizarnos y ayudar a los demás a autorrealizarse, en pleno espíritu de mutua comprensión y tolerancia. Pero esto es algo que se ha revelado biológicamente imposible en todas las galaxias hasta ahora exploradas.

"Gente de mirada superficial suele confundir al periférico con un anarquista, pero de él se diferencia por su tolerancia, su repudio de la violencia y su admisión de la existencia de una parte de la realidad que es invisible y está regida por arcanos que nos afectan, aunque no los comprendamos, susceptible de ser interpretada y aun, en parte, descrita por medio de esas parábolas que la historiografía de la cultura denomina “obras de arte”, más no por medio de dogmas. En el fondo, el periférico, que es un crítico infatigable, piensa como un ácrata pacífico, pero esto ni siquiera se le nota cuando no le hostigan con memeces de demasiado calibre...”

MANUEL GARCÍA-VIÑÓ
Novelista, ensayista y crítico literario

viernes, 4 de diciembre de 2009






3 de diciembre de 2009
DIÁLOGO ENTRE INDEPENDIENTES
Conversación entre dos independientes, verdaderas raras avis en el maravilloso reino de Hispanistán, donde abundan las especies lumbrícidas:

—Hacía tiempo que no te veía, muchacho, ¿cómo te va?
—Psss… —el joven se encoge de hombros—. Ya ves, me doctoré este verano y...
—Vaya, ¡enhorabuena, no es fácil antes de los treinta! ¿Y ahora, qué?
—Pues eso… que me he encontrado con que me cierran todas las puertas al paso. Por ejemplo, en la universidad,
donde la endogamia…
—¡Ah, la endogamia! ¿Pero es tanto como dicen?
—Pues imagínate, si no existen más concursos de oposición a un puesto docente que los amañados por los miembros de los departamentos, que escogen a uno de los suyos en una farsa premeditada.
—¿Pero eso… es así, y... es legal?
—Se convoca una plaza, según la Ley, pero luego, alegalmente, se decide desde dentro a quién se le va a conceder… ¿Lo entiendes? Es un burladero cojonudo.
—Vaya, chico, pero… no sé, ¿no hay otra forma de entrar, algún modo de ganar méritos?
—No es fácil, verás… imagina… un arquitecto, como tú, que haya diseñado y dirigido algunas cuantas obras, incluso reconocidas… pero que además tenga un doctorado en lo suyo. Pues contará menos puntos, menos méritos, que un interino que, escogido a dedo (e incluso sin doctorado) se haya dedicado a escribir artículos, artículos que sus superiores, por supuesto, hayan filtrado a las revistas especializadas. O imagina, por poner otro caso, a un profesor de Instituto que se haya curtido en las aulas un tiempo, y pongamos por caso que… bueno, que incluso haya publicado un par de ensayos, otro de novelas… pues, verás, no sumarás un solo punto (por mucho doctorado que tengas) frente al interino que en el departamento de la facultad a la que te presentas haya sido protegido y dirigido en volandas hasta el puesto “ofertado”.
—Pero entonces… ¿no hay otra forma de entrar que ser introducido a dedo? ¿Y en un ente público?
—Al interesado siempre le quedará la opción de aspirar a un puesto de asociado, como sub-mileurista, aunque trabaje las mismas horas que los demás “colegas”. Claro que tendrá que tener ya otro trabajo (para garantizar su cobertura en materia de seguros y demás) y compaginarlo con su labor docente.
—Y así podrá introducirse…
—Bueno, siempre y cuando no haya ganado una oposición pública en otra instancia, por ejemplo, la Enseñanza Secundaria: entonces nunca podrá pasar de asociado.
—¡Pero esto es increíble, muchacho! ¡Yo financio la universidad pública con mis impuestos, y resulta que funciona como una entidad privada, donde unos elegidos se reparten el pastel!
—Pues así es, lamentablemente así es.
—¿Y qué criterios de elección siguen? Imagino que…
—Bueno, hasta donde llega mi experiencia, la elección se basa en la docilidad con que el escogido se presta a asumir un rol de siervo, ya sabes… hacerle el trabajo sucio a los titulares, lo que en la jerga llaman un “negro”.
—¿No cuenta el expediente?
—En absoluto. Eso no tiene nada que ver. Ni el expediente ni las ganas de trabajar: lo que se valora es la sumisión.
—Vamos, que cogen al que se deja dar por saco hasta el momento en que le toque dar a él.
—Podría decirse así, sí.
—Y la política… ¿influye?
—Depende en qué ciudad nos encontremos, pero… sí, sí. En las universidades gallegas, por ejemplo, es difícil hacerse un hueco si no simpatizas con el BNG. En ciertos departamentos de algunas universidades madrileñas, por ejemplo, domina el Opus. Pero en otros casos se trata simplemente de
tragar, de tener un estómago sin fondo y de ser un maestro en el arte de hacer la pelota.
—Sí, joder, sí, en eso los españoles son los campeones del mundo. Ya lo creo, muchacho. Pero créeme que me has dejado a cuadros… la verdad, nunca me había parado a pensar cómo funcionaría ese tinglado…
—En España lo público no se respeta, la gente hace de lo público su cortijo privado, se comporta con una inmadurez lamentable como pueblo.
—¡Pero lo que me cuentas se llama nepotismo!
—Siempre te queda la opción de irte al extranjero y…
—¡Joder, calla! ¡Emigrar, siempre emigrar, para que los hijoputas de siempre se salgan con la suya! No sigas por ahí, no sigas… ¡que me pongo enfermo!
—Pero bueno, ya está bien de hablar de mí, después de todo, ya sabes que yo no me arrastro, no nací con vocación de lombriz. ¿Qué me dices de ti, has resuelto…?
—¡Qué va, qué va! Mi ciudad es un nido de ratas, ¿sabes? Bah, allí impera el caciquismo más vergonzante. ¿Qué te parece a ti que se convoque un concurso arquitectónico en el Ayuntamiento y todo sea un paripé porque el jurado ya sabe a quién premiar (que es siempre uno del partido o con proyección comercial)?
—Te habías presentado…
—Bah… A mí, los del PSOE me la tienen guardada desde aquel día que denuncié en la radio el tráfico de influencias que llevaban a cabo en la adjudicación de cualquier evento, obra, etc. ¡Dios, qué escándalo se armó! Y los del PP no me perdonan que cuando me dieron la oportunidad de despotricar contra sus adversarios, me mostrara disconforme con sus proyectos, que no consistían más que en un cambio de manos en el poder.
—Pero a ti te ofrecían un puesto…
—¡Y qué! ¿Para que un chupatintas del partido me dijera cómo tenía que conducirme aquí y allá? ¿Para que me hicieran tragar toda su basura…? Los del PP no proponían más que su nepotismo en sustitución del nepotismo de sus adversarios, ¡y yo les critiqué! Y bueno, pues sí, ahora soy un apestado en esta ciudad, ¡no me encargan ni una maldita obra, porque todo son amiguismos, dependencia del poder político, servilismo con los medios!
—Entiendo… Por cierto, ¿qué es de tu hija?
—Está a la espera de abrir un bar. Verás, planeó ese futuro junto a su novio, pero llevan año y medio pagando el alquiler del local, licencias, papeles… y todavía tienen que esperar a que las administraciones cumplan sus plazos… ¿Tú te acuerdas de aquel escándalo que se formó en no sé dónde (bueno, fue hace bastantes años) que sucedió que la prensa filtró la noticia de que unos funcionarios corruptos cobraban por agilizar los trámites en la concesión de licencias? Bueno, muchacho, pues lo más lamentable para mí no fue observar cómo alguna gente se indignaba por aquello, ¡sino que no cuestionaban que hicieran falta casi dos años para abrir un maldito local en este maldito país!
—Dos años…
—Claro, solicitar licencia de obra, apertura, etc. Y dependes del puto ayuntamiento mientras apoquinas, joder, mientras apoquinas. Lo de este país es increíble, yo no me explico el servilismo que veo a mi alrededor, chico.
—Yo creo que ese servilismo va a ser difícil de erradicar cuando la gente ni siquiera ve la realidad.
—Bueno, como te contaba, ¿por dónde iba? Ah, sí, que estamos bien jodidos… Mira, yo estoy ahogado con mi tema con los bancos, tengo la soga al cuello, y la niña, pues eso… esperando… A veces me pregunto si no debí haber tragado en su momento, a veces pienso que tal vez fui demasiado inflexible.
—Ya… ¿y yo, cómo debería ser flexible, cobrando 500 euros con la esperanza de ascender dentro de diez años?
—Te entiendo, te entiendo, muchacho.
—Ni eso: porque no estás en la encrucijada de ser flexible o inflexible cuando ni siquiera te apuntan con el dedo.
—Y al final tendrás que largarte o resignarte a buscar suerte en colegios…
—U opositar. Pero en tu caso, el de un profesional liberal…
—Peor, peor, muchacho, peor porque mi profesión depende desgraciadamente de muchísimos intereses políticos, económicos, etc. No sabes tú el nido de corrupción que son los ayuntamientos españoles. Todo el país es un estercolero, si lo piensas bien. Por ejemplo, mi madre está cobrando una mísera pensión, después de haber trabajado toda la vida, mientras la madre de mi ex-mujer cobra más de 2.000 mensuales por ser viuda de un afín al régimen, tal y como te lo cuento. ¡Y los difuntos desempeñaban profesiones similares!
—Ya. Pero ante todo esto, ¿qué hacer?
—Yo qué sé… yo qué sé… Lo primero sería que la gente tomara conciencia, que se diera cuenta de que los partidos lo controlan todo en este país, de que hay que acatar políticas fiscales de vergüenza, de que los bancos son únicos en su género en la rapiña que practican, de que múltiples organismos públicos son endogámicos… ¡La gente tiene que entender, maldita sea, que es difícil, francamente difícil que en España prospere un espíritu independiente, alguien honesto, que no incline la cerviz a todas las malditas horas!
—Sí, sí, lo primero es reclamar que lo público funcione como tal, con absoluta transparencia. Pero…, ¿no será un problema cultural? Quiero decir que… compara la situación con los países escandinavos, donde los impuestos que recauda el Estado revierten en forma de unas muy buenas prestaciones sociales, y todo funciona a su debida manera. Aquí las prestaciones, mucho más modestas, se presentan como limosnas del poder, ¡cuando son un derecho de los ciudadanos!, mientras que el funcionamiento de las administraciones deja mucho que desear.
—¡Es la hostia, y en un país con más de tres millones de funcionarios*, gran parte burócratas, y gran parte habiendo ganado sus puestos a dedo! Ya no me defenderás ahora al funcionariado tanto como antes…
—Bueno, según la lógica de Estado, son indispensables. El problema, a mi juicio, está en el exceso de burócratas… y tal vez en algo más, si pienso en mí mismo y en cómo las ratas me cierran el camino.
—Efectivamente: en algo más: en que el español medio es corrupto, envidioso, mediocre, servil, ruin. En que tiene la lengua marrón, de todos los culos que lame. En que es un cainita, un animal de clan, de partido. En que desconoce el significado de la democracia, en que le llama democracia a la manifestación de una voluntad mayoritaria, generalmente iletrada. En que reclama jefes, caudillos, déspotas que rijan su vida. En que es un irresponsable en potencia, mentalmente un menor de edad, un esclavo, un dependiente.
Risa, yo diría que amarga, del joven.
—Ya, pero... ¿qué hacer? ¿Qué podemos hacer nosotros, los independientes, ahogados de soledad, de deudas, de frustración?
—No lo sé, no lo sé, maldita sea. Desde luego, no podemos esperar de brazos cruzados a que este sistema se caiga por el peso de su inmundicia… pero, bravuconadas aparte, no veo ninguna posibilidad de cambio sin una previa toma de conciencia colectiva. ¿Va eso contra tus ácratas principios? Porque un hombre solo, como decía Hemingway, un hombre solo no puede, no puede…
—Tengo que dejarte. Ya seguiremos hablando.
—Sí, tenemos que despotricar contra los bancos. Nos vemos, muchacho. La próxima vez gastamos saliva con los bancos. Cuídate.

EL LOBO ESTEPARIO

jueves, 3 de diciembre de 2009