viernes, 10 de junio de 2011

Creo que está extendida una idea completamente errónea de lo que es un “rescate financiero”. Muchos lo consideran algo así como un plan Marshall en el que una sociedad pierde la dignidad pero recibe a cambio recursos económicos con los que salir de la pobreza. Y no es eso, en un salvamento financiero una sociedad pierde la dignidad y además permanece en la pobreza.

Un rescate financiero es una forma de socialización de pérdidas a través del intervencionismo público en la economía. Las pérdidas de las élites económicas bien conectadas con el poder se hacen recaer sobre los contribuyentes indefensos ante la coacción del Estado, o visto simétricamente, el Estado expolia renta de los grupos desorganizados, como los contribuyentes para entregar esa renta expoliada a los grupos organizados, como la gran banca que habita a la sombra del Estado.

Los rescatados son los acreedores no los deudores. En un rescate a Portugal, por ejemplo, los rescatados son los bancos alemanes y este rescate se hace fundamentalmente sacrificando a los contribuyentes alemanes. Es una socialización de pérdidas que ocurre en Alemania en la que el Gobierno alemán hace recaer las pérdidas de los bancos alemanes sobre los contribuyentes alemanes. Portugal o la economía portuguesa no gana ni pierde nada en este rescate porque el “rescate de Portugal”, como su nombre indica, no tiene ninguna relación con Portugal.

El mecanismo, explicado de forma muy simplificada, podría ser el siguiente: pongamos que bancos alemanes han prestado 10.000 unidades de crédito a la economía portuguesa. Estos créditos, en buena medida son incobrables y eran incobrables, se sabía que “se volverían” incobrables en el momento en el que fueron concedidos. Los banqueros no son estúpidos ni permiten que les ciegue la codicia. El negocio bancario es el arte de la codicia y los banqueros son consumados artistas, nunca caen en un error tan de principiante como ser cegados por la codicia. Estos créditos fallidos en términos de mercado fueron concedidos aún sabiendo que eran incobrables en un mercado porque los banqueros saben que el lugar en el que vivimos no es un mercado ni hay en Europa economía de mercado. El “rescate público”, la socialización de pérdidas que realizarán los Estados está implícitamente incluida en sus modelos de riesgo en los que basan su negocio. El “moral hazard” es un ingrediente básico del negocio bancario moderno.

Estas 10.000 unidades de crédito concedidos por la banca alemana a la economía portuguesa se vuelven incobrables en parte cuando la burbuja de crédito finalmente colapsa. Pongamos que los titulares de esa deuda, haciendo el mayor esfuerzo posible, solo pueden devolver 4.000. Siempre que esos titulares sean ciudadanos pobres e indefensos se les exprime al máximo haciendo que devuelvan esos 4.000. Las 6.000 unidades restantes de crédito son nacionalizadas. Imaginemos que los contribuyentes portugueses, haciendo el máximo esfuerzo posible, son capaces de devolver 3.000. Se les exprime al máximo para que devuelvan esas 3.000 unidades de crédito. Como aún los banqueros alemanes perderían 3.000 de los 10.000 que prestaron. Se planifica un “rescate de Portugal”. En este rescate los contribuyentes alemanes prestan al Gobierno portugués 5.000 unidades de crédito. Esto permite a los bancos alemanes recuperar todas sus inversiones pero solo porque los contribuyentes alemanes pierden 3.000 de los 5.000 que prestaron.

O sea: los ciudadanos portugueses pobres que recibieron créditos son exprimidos al máximo, (las pérdidas de los portugueses bien conectados con el poder son socializadas), los contribuyentes portugueses son exprimidos al máximo y solo lo que falte, después de todo esto, es obtenido exprimiendo a los contribuyentes alemanes.

La “función de utilidad” es salvar a los bancos que deliberadamente hicieron préstamos que resultarían fallidos, no salvar a los deudores incapaces de pagar. Este salvamento es una vulgar socialización de pérdidas pero debe quedar claro que los diferentes contribuyentes son sacrificados y expoliados siguiendo un orden. Primero son sacrificados los contribuyentes portugueses y es la aristocracia dirigente portuguesa la que pierde ese “capital político” (capital electoral) y solo luego la aristocracia dirigente alemana sacrifica su capital político expoliando a los contribuyentes alemanes.

Para los portugueses, este salvamento no supone una buena noticia sino una noticia nefasta: no solo tendrán que hacer el mismo esfuerzo que hubieran hecho con una “solución de libre mercado” que es pagar todo lo que humanamente puedan y luego perder la posibilidad de obtener futuros préstamos por del deterioro del crédito por el correspondiente “default”, sino que ni siquiera tendrán la principal ventaja que les habría dado una “solución de mercado”, que habría sido una sustancial reducción de gran parásito por falta de crédito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario