viernes, 25 de septiembre de 2009

barack obama tras los pasos de john kennedy


Doris Lessing, Premio Nobel de Literatura, comunista de toda la vida, lo dijo claramente: “Si Barack Obama es designado Presidente de los EEUU, casi con toda seguridad, será asesinado. Ellos lo harán”.
Lo que Doris Lessing dijo abiertamente lo presentimos, por lo tanto, muchos ciudadanos del mundo entero, porque ya lo hemos visto suceder antes.
Existe una minoría negra de religión musulmana en EEUU, a la que Barack Hussein Obama representa, lo pretenda o no, que es sospechosa de alta traición a la Patria desde el 11 de septiembre de 2001. Barack aclaró cientos de veces, también en su web, que no es musulmán y que jamás ha rezado en una mezquita en toda su vida. Tanta excusatio non petita demuestra nuestro aserto. Regla de supervivencia número Uno: Un Presidente de los EEUU con ganas de vivir no debe ser musulmán. ¿Oído, Barack?

En las elecciones presidenciales de noviembre de 2008, Obama barrió a McCain. Sólo así podía ser designado Presidente, venciendo el obstáculo de la “Ley de Ayuda a los Norteamericanos para el Voto” aprobada por el Congreso y el Senado a instancias de Bush en 2002, que eliminó diez millones de votantes de las listas por ser sospechosos de poco patriotas o, directamente, por rojos o por “inclinados” al terrorismo internacional. Esa ley permitió a un Bush en horas bajas ganar por 2000 votos las elecciones contra Kerry. No es broma. Por lo tanto, Obama tenía que ganar por mayoría aplastante, o nada; y lo consiguió gracias al voto de negros, hispanos y mujeres. Pero los hombres blancos votaron mayoritariamente por McCain.

Cómo puede matarse a un Presidente de los EEUU? Sabemos que no es tarea imposible, porque ya ha ocurrido varias veces. Pero nunca lo hizo un loco, sino siempre un equipo de asesinos profesionales. El caso paradigmático fue el asesinato de John F. Kennedy. Oficialmente, fue liquidado por Lee Oswald —un aparente comunista furibundo que tiraba como Dios, a pesar de no haber usado un rifle en toda su vida—, quien, a su vez, fue asesinado por Jack Ruby, un tipo providencial que se llamaba, en realidad, Jacob Rubinstein. Pero la verdad se ha demostrado al fin en un Súper 8 recientemente dado a conocer al público americano: el magnicidio lo cometieron los propios Servicios de Seguridad del Presidente de dos tiros: uno disparado desde una azotea cercana por un tirador de élite, con un rifle de precisión; y otro, en vista de que el primer tiro no fue mortal, disparado a bocajarro por su propio conductor con una pistola. ¿Cuál fue la causa del asesinato? JFK había decretado (Orden 11110) el control de las emisiones de moneda contra lingotes de plata, recuperando para el Estado el monopolio de la FED, que es un holding de bancos judíos; decidido suspender los fondos de armamento de los EEUU y retirarse de Vietnam. Regla de Supervivencia número Dos: Recuperar el control de la emisión de moneda y retirarse de las guerras es mortal para los presidentes de los EEUU. ¿Oído, Barack?

Obama ha estado a punto de ser asesinado tres veces durante la campaña electoral. En uno de los casos, los Servicios de Seguridad del Gobierno desaparecieron misteriosamente, dejando el campo libre a cualquier asesino próximo. Su guardia personal —todos negros como el carbón— sustituyó al Estado y Barack salvó la vida. Hasta la propia Hillary, en un imperdonable desliz, dejó salir de su boca una prevención sobre la vida de Obama, si era designado candidato.

Para que Barack siga con vida dos mandatos debe hacer dos cosas: no fiarse de los Servicios Secretos norteamericanos, absolutamente infiltrados por el Mossad, y entrar en guerra pronto contra Irán. Si Israel está contenta, Obama vivirá. Pero si no va a ser esa su política, si no va a ser un negrito del tipo Condolezza Rice o Colin Powell, sino un negrazo que pretende cambiar de verdad el mundo, entonces tiene que poner en marcha muy rápidamente (tal y como pretendía haber podido hacer Kennedy) dos medidas excepcionales. Primera: un centenar de ceses y pases a reserva fulminantes de docenas de generales norteamericanos, sustituyéndolos por otros generales, si no de confianza, sí por lo menos de la cuerda opuesta a la de los cesados; y cambiar la cúpula de los Servicios Secretos, el FBI y la CIA. Debe exigir a los nuevos nombrados una depuración inmediata y bien cruenta de tales servicios. Y segundo: imputar de inmediato a la cúpula neocon saliente por crímenes contra la Humanidad: Bush, Cheney, Rumsfeld y muchísimos otros. Aclarar el atentado del 11-S con todas sus consecuencias. Demostrar que Al Qaeda no existe. O, mejor dicho: que existe sólo como el invento del alma mater de todo un disperso cúmulo de atentados contra los intereses norteamericanos en el mundo, sin conexión alguna entre ellos, que asumen voluntaria y felizmente —pobres gilipollas— que debe haber algo “más arriba” que hace justicia y que tiene poder suficiente para enfrentarse a los imperialistas asesinos —ora norteamericanos, ora dictadorzuelos locales—. ¿La única prueba que tiene el público de que Al Qaeda existe, aparte de un par de vídeos falsos como Judas? La televisión: la vista en directo del falso atentado musulmán del 11-S. Cuando la judicatura norteamericana tire de la cereza sin cortapisas, saldrán los autores; y, muy probablemente, aparte de miembros de la inteligencia norteamericana, habrá personal del Mossad en el racimo de cerezas podridas.

En las últimas semanas de campaña, miles de e-mails fueron enviados (supuestamente por partidarios de Obama) amenazando e insultando a miembros de la comunidad judía norteamericana. Barack desmintió la autoría de los mensajes por parte de los suyos, pero ahí está el hecho crispante. Regla de Supervivencia número Tres: Decidir rápidamente tu bando, y no andarte con medias tintas. No imites a Zapatero, Barack, o estás muerto; que EEUU no es un país de borregos desarmados como España. ¿Oído, Barack?

Bien: Barack Hussein Obama no tiene un pelo de tonto, licenciado en Harvard y brillante como pocos candidatos ha habido en EEUU. Pero tampoco los hermanos Kennedy (John y Robert) eran unos necios, y tenían cultura. ¿Qué camino creéis que escogerá? ¿Sobrevivir como Rice o Powell? ¿O enfrentarse a toda la podredumbre del establishment norteamericano y mundial, como intentó John Fitzgerald Kennedy? Se admiten apuestas.

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