sábado, 3 de octubre de 2009

LA VERDAD SOBRE LA GRIPE A:H1N1


El sentido común y el cúmulo de informaciones que suministra la benedictina Teresa Forcades i Vila, contrastables en las mejores revistas médicas, lo merece. A mi entender, esta Doctora en Medicina por la UB, especialista en medicina Interna por la Universidad de Nueva York y Doctora en Salud Pública por la UB, al margen
de la cordura y fuerza moral que le imprime su licenciatura en Teología, demuestra que la pandemia actual es el residuo de una verdadera pandemia programada y fallida, pero cuya maquinaria no se ha detenido por cuestiones económicas y políticas. Y que, si lo que dice se lleva a sus últimas consecuencias, implica que "una segunda oleada" de "gripe" arrasará el planeta pronto.

El cambio de criterio médico sobre lo que es una pandemia de la OMS (eliminando el concepto mortandad), hecho a matacaballo, y las tres diferencias fundamentales de la inminente campaña de vacunación respecto a las estacionales corrientes (tres dosis; el coadyuvante, escualeno, de claros y terribles efectos el las tropas norteamericanas en la Guerra del Golfo; y la impunidad de las farmacéuticas y el Estado ante los efectos secundarios, que ya hemos denunciado aquí), con mando legal y operativo absoluto desde la OMS, consecuencia de la declaración de pandemia, y con la más que probable obligatoriedad de la vacunación para evitar la multa o la cárcel, todo ello en el marco de una crisis global inmensa, demuestran (y esto es una novedad para mí) que la actual "pandemia" estaba preparada desde hace tiempo, que Baxter era el encargado de suministrar los vectores de contagio y que la casualidad hizo que un simple técnico de laboratorio checo y una periodista arruinaran la operación. Si eso es cierto, las vacunas que nos llegan no son de fiar. La probabilidad de que estén ellas mismas contaminadas es altísima.

Esta gran mujer propone una acción cívica a la que me sumo que exige sólo dos cosas, tan simples y de razón, que son innegables:

1. Que la vacunación sea voluntaria.

2. Que, caso de traer efectos secundarios, responda económica, moral y penalmente, si procede, la farmacéutica productora y, subsidiariamente, el Estado.

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